martes, 1 de abril de 2014

BABA GANUSH EN PALMIRA


¿Sabéis que es el baba ganush? a mi me encanta y por eso me gustaría compartirlo con vosotros.

Ante todo espero que os gusten las verduras,  a mi me chiflan. Estoy hablando de una crema de berenjenas típica de algunos países árabes como Siria, el Líbano, Palestina, Egipto, etc...

Pero aquí no voy a hablar de la receta del baba ganush, pero si de otra receta llamada la amistad. Esta historia está basada en la amistad entre un hombre y una mujer de diferentes culturas.

Ras nació en Damasco y cuando cumplió 10 años sus padres se trasladaron a Palmira, una antigua ciudad situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs de la moderna ciudad de Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea "palmira", que significa "ciudad de los árboles de dátil"). En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional.




Ras era un niño lleno de inquietudes con muchas ganas de aprender y de descubrir. Le gustaba mucho escuchar las historias de su padre y de su abuelo. Su padre estudió en Alemania y solía viajar por Europa y siempre tenía algo que contar a sus hijos.

El niño le decía a su hermano menor llamado Yas que algún día viajaría a Europa para explorar otras culturas. Ras adoraba la comida de su madre y la observaba en la cocina como preparaba los platos típicos para toda la familia. La madre también disfrutaba de la presencia de Ras pero después de un rato le aconsejaba que fuera con los demás niños a jugar.

La madre como la mayoría de las mujeres musulmanas utilizaba su pañuelo llamado hiyab para cubrir sus cabellos y, a veces, su cuello. La palabra "hiyab" significa "separar" o "cubrir". Se pide a las mujeres musulmanas que lo utilicen en frente de cualquier hombre que no sea de su familia inmediata. Se ha utilizado durante siglos en países musulmanes.

Este pañuelo deja totalmente al descubierto el óvalo de la cara y no impide la comunicación. Su tamaño, color y colocación depende de las costumbres de cada comunidad, de cada país, así como de la intención de quien lo luce.

Un día Ras y Yas salieron a jugar al lugar que solían frecuentar los fines de semana con otros amigos de diferentes edades. Se sentaron en un portal de una casa muy antigua y empezaron a comer aceitunas con pan.

Entre una aceituna y otra se mezclaban las genuinas e inocentes carcajadas entre los niños. Ellos habían creado su propio juego y era llamado por todos el juego del Azar. Trataba de  imaginar los cuerpos de las chicas bajos sus largos vestidos e incluso el color de pelo bajo sus velos.

Se apostaban aceitunas a ver quien averiguaba como de largo tenían el cabello y tenían una manera muy sutil de averiguarlo.

Los tres hermanos Yas, Ras y Moha y tres amigos más Aziz, Yase y Yousef, los seis planearon una inteligente estrategia para averiguar la silueta de las chicas y la largura de sus cabellos.

Ras tenia su propia estrategia que nunca compartió ni con sus hermanos. Trataba de dos pasos y una técnica. Zancadilla y anzuelo. Primero saludaba a la chica con una amable, dulce e inocente sonrisa, seguidamente le ponía el pie para probocar la caída al suelo, y acto seguido el anzuelo. Tenia la cuerda atada al techo transparente y el tiraba justo en la caída para parecer que el velo se había caído cuando en realidad el se lo quitaba con el anzuelo.

Se corrió la voz de que siempre se caían las chicas jóvenes en el mismo sitio y que mostraban sus cabellos tras la  caída. Mostrar el cabello estaba prohibido por su religión.

Se prohibió en la ciudad que las chicas pasaran por esa zona para evitar así lamentos de las jóvenes mostrando sus cabellos y todo por la travesura de Ras, pero el nunca sintió remordimiento ni nadie supo su gran trastada. Lo hacía para divertirse era un juego, el juego del Azar.

Paso el tiempo y Ras cumplió dieciocho anos. Ya siendo mayor de edad tomo la decisión de irse a estudiar a otro país. Quería irse a Alemania donde su padre estudio pero era demasiado caro y finalmente el mas económico era España.

En Madrid empieza empieza la verdadera historia del azar.


Ras aterrizó en Madrid un miércoles 26 de junio a las once de la noche. No sabía decir una palabra en español y se comunicaba en inglés. Se dirigió a una pensión en la calle Montera de un señor libanes, donde si que hablaban árabe.

Ras sólo tenia diecinueve años y toda una aventura por delate. En sus paseos nocturnos quedó impactado y muy impresionado por la tendencia en aquella época de los pankis, con esas exageradas crestas que Ras no acababa de entender. Por otro lado le sorprendió que casi nadie hablaba inglés y que las prostitutas de la calle Montera se dirigían a él y ellas si hablaban inglés.

Ras tenía sus valores bien asentados y marcados por sus principios en el que nunca pagaría a una mujer para tener sexo. Entonces él con una amble sonrisa las escuchaba y siempre acaba diciendo No.


Pasaban los días muy rápido y Ras quería empezar a estudiar en la universidad informática, ese había sido el propósito de su destino a España. En octubre empezaba la universalidad y en septiembre conoció a Mar, una chica española de la cual Ras se enamoró perdidamente.

Finalmente la nota de selectividad no fue la que Ras esperaba y tuvo que trasladarse a Alicante para estudiar lo que el quería, el mundo de la informática.

Ras vivía entre Alicante y Madrid para tener sus cálidos encuentros con Mar. Ella era una chica muy joven de la misma edad llena de sueños y muy impulsiva. De una familia conservadora española. Finalmente Ras decidió quedarse en Madrid tras enterarse de la noticia del embarazo de su mujer. Al poco tiempo tuvieron otro niño y comenzaron con la rutina y los alejó a ellos cada vez más.
Como pareja perdieron el interés y cada vez se convertían en una pareja sin ilusión y desmotivada aunque se querían mucho pero ninguno de los era feliz

Un día Ras tomó la decisión de pedirle el divorcio a Mar y ella se enfureció tanto que no podía creer semejante barbaridad y salió su ira y miedo como fuegos artificiales dentro de la casa. Los niños aterrados de las voces de su madre culpando a Ras de otra mujer entre sus vidas. Ras explicó que no era ese el motivo sino la soledad que sentía y para sentirse solo deseaba estar solo de verdad y afrontar la verdad. Ella solo podía oír pero no escuchar.

Fue un periodo de recorrido donde Ras se sintió perdido y en su búsqueda sin querer apareció otra mujer llamada Maria.

Maria, tan diferente a Mar le llamó tanto la atención a Ras que a veces le descolocaba, y no sabia como abordad la personalidad de Maria. Es una chica alegre, sincera, tímida y muy generosa, amiga de sus amigos y fiel hasta el final. Eso encandiló a Ras, esa generosidad sincera y entregada, ese atractivo vivo y al mismo tiempo melancólico,, esa belleza interna y esas curvas de mujer. Ras vuelve a tener luz.






























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