Perdonarse es una forma maravillosa de quererse, de ser amigo de uno mismo, de aceptar que podemos equivocarnos y aprender de las experiencias difíciles sin perder la autoestima. Perdonar no siempre es olvidar, pero nos devuelve la paz y premia nuestros esfuerzos, nos reconcilia con nosotros y con los demás. El perdón nos permite ser dueños de nuestras emociones y constatar que no hay
felicidad sin sensibilidad ni sabiduría sin flexibilidad.
LO PELIGROSO ES QUE CUANTO MAS NOS CUESTE PERDONARNOS MAS BAJARA NUESTRA AUTOESIMA, más nos costará querernos y más estaremos en manos de los demás.
Entonces estaremos perdidos en nuestro camino tambaleándonos sin rumbo...
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