Saboreaba el chaitelatte mientras me saludabas desde la calle, tú me viste a mi también. Al entrar me levanté para darte dos besos en las mejillas, con esa sonrisa tan expresiva, que ganas de repetir el momento! o que volvieses a la esquina para volver a besar tus mejillas.
Comenzamos a hablar, a preguntar, a escuchar, a mirar, a sonreír, a observar, y una conversación tras otra.
Tras esa ruptura de nueva años sale un hombre con ganas de empezar a volar. Que alegría escuchar que quieres volar. Yo descubrí unos años atrás como empezar el vuelo y te lo expresaba con gran libertad para poder aportar y empezar una amistad.
Tu alma me transmite creatividad con iniciativa, compartiste conmigo los juegos de la cocina.
Mencionas a un ser importante en tu vida, una guerrera que sacó adelante a sus tres hijos, tu madre y qué casualidad terminando hablando de padres ausentes.
El tiempo pasó muy rápido, dos horas como dos segundos y al salir nos despedimos con un abrazo, pero luego nos dimos otro más, así los dos lo setimos.
Mientras te alejabas yo subía en mi coche, me quedé unos segundos cerrando los ojos recordando tu sonrisa, ese abrazo dulce, lo puede disfrutar en mi coche con música en soledad.
Abrí los ojos y pensé, le volveré a ver?.
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