martes, 21 de junio de 2016

CARICIAS TATUADAS EN LA PIEL


Yo soy yo, y me acepto en mi forma de ser: soy un regalo


Yo no lleno vacíos, no ocupo espacios: Yo amo

Sin decirnos nada, solo una mirada, ahí donde se inscriben todos los “te quiero”, todos los besos dados, todas las promesas formuladas y las caricias que ambos llevamos tatuadas en la piel. Porque cuando tus ojos y los míos se encuentran no hacen falta las palabras, el universo entero se acompasa y nuestros corazones bailan, ahí, entre tu mirada y la mía.

A pesar de ello, podríamos decir que el lenguaje más universal a la hora de transmitir con autenticidad el amor, son las miradas. Esos espejos limpios donde las emociones arden, se complacen y cautivan; aunque evidentemente, siempre seguiremos necesitando las palabras…

Tú eres un regalo para ti mismo, y nadie puede decirte lo contrario. Sólo tú sabes lo que has vivido, lo que has superado, lo que has experimentado, tu forma de ser es la ventana que te permite ver el mundo con toda su intensidad, en libertad e integridad.

Soy como soy, no pretendo ser una versión de nadie ni una marioneta guiada por hilos ajenos: tengo voz, corazón y sé lo que merezco en esta vida para ser feliz.

Tu forma de ser es la energía que te empuja y que debe poner barreras a lo que no quieres en tu vida, a lo que no te define.

 

Cuando somos pequeños nos educan en la necesidad de gustar a todo el mundo: sonríe, da la mano, siéntate bien, no hagas esto, no hagas lo otro… Pasamos una buena parte de nuestra vida “buscando aprobación”, hasta que un día, de pronto, nos damos cuenta de que gustar a todos es imposible.

 
El psicólogo y escritor Wayne Dyer solía decir que el 50% de personas con las que nos cruzamos cada día estarán, posiblemente, en contra de nuestras opiniones. Si en alguna ocasión te encuentras con alguien a quien no le gusta lo que dices o lo que haces, no te preocupes: hay otro 50% que sí te apoyará.

 
Entiendo el amor como intercambio y no como necesidad, como crecimiento de dos personas que se ofrecen en libertad. Realmente no soy como tú esperas que sea, acéptame por lo que me define, por mi forma de ser, por mi forma de hacerte feliz: construyamos un mundo donde ni tú ni yo nos obliguemos a dejar de ser “tú y yo”.

 

Yo soy Yo.
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú.
Yo soy Yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
será maravilloso.
Si no, no puede remediarse.

Falto de amor a Mí mismo
cuando en el intento de complacerte me traiciono.

Falto de amor a Ti
cuando intento que seas como yo quiero
en vez de aceptarte como realmente eres.

Tú eres Tú y Yo soy Yo.

 


Estas palabras fueron escritas por Fritz Perls, un gran neuropsiquiatra psicoanalista que, junto con su esposa, se esforzó por explicarnos de forma simple cómo creamos nuestro mundo. Juntos procuraron que entendiésemos que queriendo complacer a los demás nos convertimos en nuestros propios verdugos y que valorar como verdadera nuestra propia realidad es el primer paso para comprendernos y seguir avanzando.

 
En realidad todo esto está muy relacionado con la forma en la que nuestros padres y la sociedad nos han venido educando desde pequeños. Desde nuestro nacimiento nos han adoctrinado para reprimir nuestros sentimientos y emociones, evitar expresar lo que es real y lo que sentimos de verdad.


Mantener nuestra autoestima bien alta y mostrar cómo somos en verdad supone no gustar a todo el mundo pero nos va a ofrecer relaciones verdaderas, puras, abiertas, sinceras e independientes.


Un error de nuestra sociedad es a veces pensar que lo único que necesitamos para sobrevivir es desarrollar la fortaleza en nosotros mismos y en nuestros hijos. Ser superiores intelectualmente, obtener logros. Obtener victorias. Conseguir que los niños sean resistentes emocionalmente y que guarden sus lágrimas lo antes posible para madurar. 

 
Si orientamos a las personas únicamente hacia la obtención del logro y hacia la resistencia, es muy probable que ante la primera decepción, la primera derrota, caigan de inmediato al no saber de qué modo afrontar las adversidades. Entre la fortaleza y la resistencia también debe existir otro término igual de importante: flexibilidad y adaptación.

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