jueves, 2 de junio de 2016

DE LA REPRESION A LA LIBERACION

Me gustaría compartir esta lectura sacada de un libro de Osho, de la represión a la liberación:

Una mañana temprano, antes de la salida del sol, un pescador fue al río. Cerca de la orilla sintió algo debajo de sus pies, y descubrió que era una pequeña bolsa con piedras. Recogió la bolsa y echando la red a un lado, se acuclilló a la orilla del agua, esperando la salida del sol. Estaba esperando la luz del día para iniciar su trabajo diario. Perezosamente, cogió una piedra de la bolsa y la lanzó al agua. «Plop», se oyó en el agua. Entretenido con el sonido lanzó otra piedra. Al no tener otra cosa que hacer, siguió lanzando las piedras, una por una...

Poco a poco el sol se levantó. Llegó la luz. Ya para entonces había lanzado todas las piedras, excepto una. La última piedra estaba en su palma. Su corazón casi le falló cuando, a la luz del día, vio lo que tenía en la mano. ¡Era una piedra preciosa! En la oscuridad, había arrojado muchas de ellas. ¡Cuánto había perdido sin darse cuenta! Lleno de remordimientos, se maldijo a sí mismo, sollozó, lloró y casi enloqueció de pesar.

Por accidente, se había encontrado con una gran riqueza que podría haberle proporcionado un extraordinario bienestar en su vida. Pero sin darse cuenta, la había perdido en la oscuridad. Y sin embargo, era afortunado, pues aún le quedaba una gema: la luz había llegado antes que arrojara la última «piedra». En general, la mayoría no es ni siquiera tan afortunada.

La oscuridad te rodea por todos lados, el tiempo se va consumiendo, el sol no ha salido aún y ya hemos desperdiciado todas las gemas de la vida. La vida es un gigantesco tesoro, y el hombre no hace otra cosa que desperdiciarla. Cuando nos damos cuenta de la importancia de la vida, ya se nos ha escurrido entre los dedos. Los secretos, los misterios, la felicidad, la liberación, el paraíso: todo lo hemos perdido. Hemos malgastado la vida.

Es difícil instruir a la gente que trata a la vida como a una bolsa de piedras. Esta gente se irritará si les señalas el hecho de que lo que están arrojando no son piedras, sino joyas. Se enfurecerán. No debido a que lo que se les dice sea falso, sino porque se les demuestra su insensatez, porque se les recuerda lo que han perdido. Sus egos hacen su aparición. Se enfadan.

Sin embargo, sin importar lo que se haya perdido hasta ahora, si aún queda un poco de vida, si sólo queda una «piedra», tu vida aún puede ser salvada. Nunca es demasiado tarde para aprender. Incluso uno podría beneficiarse. Y especialmente en la búsqueda de la Verdad, nunca es tarde; no hay motivo para sentirse derrotado.

Pero, debido a nuestra ignorancia, en medio de la oscuridad, hemos dado por sentado que la bolsa de la vida no es otra cosa más que una colección de piedras. Los débiles de corazón han aceptado la derrota antes de hacer un esfuerzo en la búsqueda de la Verdad.

Y ahora hablando del AMOR, El amor se halla en el interior del hombre. No es necesario importarlo desde el exterior. No es una mercancía que debamos adquirir en algún mercado. Está allí, como la fragancia de la vida. Está en el interior de todo el mundo. La búsqueda del amor, la aspiración de alcanzarlo, no es una acción positiva o un acto abierto de acudir a un lugar determinado y extraerlo...

Un escultor se hallaba tallando una roca. Alguien que había ido a ver cómo se hacía una estatua, observó que no había indicio alguno de una estatua. Sólo había una roca que era tallada aquí y allá con cincel y martillo.

El hombre preguntó: «¿Qué estás haciendo? ¿No vas a hacer una estatua? He venido a ver cómo se hace una estatua, pero veo que estás cincelando una roca».

El artista respondió: «La estatua se halla oculta en su interior. No es necesario hacerla. Sólo hay que quitar el volumen de piedra inútil que la cubre y la estatua aparecerá. Una estatua no se fabrica: es descubierta. Es desvelada, es traída a la luz».

El amor se halla encerrado en el interior del hombre: sólo hay que liberarlo. No se trata de producirlo: hay que descubrirlo. Sin embargo, ¿con qué nos hemos cubierto, qué es lo que le impide salir?

El amor se halla en nuestro interior. El amor es nuestra naturaleza intrínseca. Es un completo error pedirle al hombre que dé amor. El problema no consiste en crear amor, sino en indagar y descubrir los motivos por los cuales no logra manifestarse. ¿Cuál es el obstáculo, la dificultad? ¿Dónde está el dique que lo refrena?

Si no existen barreras, el amor aparecerá. No es necesario persuadirle o guiarle. Cada hombre se hallará lleno de amor si no existen barreras de falsa cultura o de tradiciones degradantes y dañinas. Nada puede sofocar al amor. El amor es inevitable. El amor es nuestra naturaleza.

Sólo la energía del sexo puede florecer en amor; pero todo el mundo, incluyendo a los grandes pensadores de la Humanidad, están en su contra. La oposición no permite que la semilla germine. El palacio del amor es saboteado desde sus cimientos. La hostilidad en contra del sexo ha destruido la posibilidad del amor. Al carbón se le niega la posibilidad de transformarse en diamante.

Es debido a este concepto fundamental erróneo que nadie siente la necesidad de atravesar las etapas de aceptación, desarrollo y transformación del sexo. ¿Cómo podemos transformar algo de lo cual somos enemigos, ante lo cual nos oponemos, con lo cual estamos en guerra constante?

Al hombre se le ha impuesto una lucha constante en contra de su energía. Se le enseña a luchar en contra de la energía sexual, a oponerse a las tendencias sexuales.

«La mente es veneno; por lo tanto, lucha contra ella». Pero la mente está en el hombre y el sexo también. Y sin embargo, se espera del hombre que se encuentre libre de conflictos internos; se espera de él que tenga una existencia armoniosa. Debe luchar en contra de los conflictos y también hacer la paz con ellos; esas son las enseñanzas de sus líderes. Por un lado, hacen que el hombre se vuelva loco, y por el otro, construyen manicomios para someterlo a tratamiento. Esparcen los gérmenes de la enfermedad y construyen, paralelamente, los hospitales para curarla.

Otra consideración importante es que el hombre no puede ser separado del sexo. El sexo es su origen: es allí donde nace. Dios ha aceptado la energía del sexo como el punto de partida de la creación. ¡Y los «grandes hombres» lo consideran un pecado, mientras que el mismo Dios no lo considera así! Si Dios considerara el sexo como un pecado, significaría que no hay pecador más grande que Dios en este mundo, en el universo.

 ¿Has pensado alguna vez que el florecimiento de una planta es una expresión de pasión, que es un acto sexual? Un pavo real danza en toda su gloria, y un poeta hará una canción de ello. Un santo también se sentirá lleno de júbilo. Pero ¿no se dan cuenta que la danza es también una expresión abierta de pasión, de que es también, en lo fundamental, un acto sexual? ¿A quién desea agradar el pavo real con su danza? El pavo está llamando a su amada, a su pareja. Los pájaros, el cucú, cantan; un hombre llega a la adolescencia, una muchacha se transforma en una mujer; ¿Qué es todo esto? ¿Qué juego es éste? Todo eso son indicaciones de amor, de energía sexual. Esas manifestaciones son formas transformadas del sexo, expresiones del amor. Burbujean con energía, reconocen y aceptan al sexo, a la vida. La vida entera: todos los actos, las actitudes, las tendencias, corresponden al florecimiento de la energía sexual primaria.

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