sábado, 1 de agosto de 2015

ORDEN

A todo largo de la vida amorosa las figuras surgen en la cabeza del sujeto amoroso sin ningún orden, puesto que dependen en cada caso de un azar (interior o exterior).
 
En cada uno de estos incidentes, el enamorado extrae de la reserva el tesoro, de figuras, según las necesidades, las exhortaciones o los placeres de su imaginario.
Cada figura estalla, vibra sola como un sonido separado de toda melodía o se repite, hasta la saciedad, como el motivo de una música dominante.
 
Ninguna lógica liga las figuras ni determina su contigüidad: Las figuras están fuera de todo sintagma, fuera de todo relato, se agitan se esquivan, se apaciguan, vuelven, se alejan sin mas orden que un vuelo de mosquitos.
 
El discurso amoroso no es un dialecto, gira como un calendario perpetuo, como una enciclopedia de la cultura afectiva.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario