Las personas no comparten la misma interpretación del mundo que les rodea. Cada uno ve, percibe y siente las cosas que le importan a su manera. Mientras algunos viven recordando y recreando constantemente sus fracasos, anclados a las experiencias malas que forman parte del pasado y lamentándose por lo mal que les va todo, otros luchan por sus sueños, extraen lecciones de aprendizaje de lo ocurrido, se centran en el presente, trabajan las frustraciones y las emociones asociadas y siguen el camino con ilusión. Son estas últimas las personas que logran hacer algo en la vida.
¿Has fracasado alguna vez? Pues enhorabuena. Muchas de las ideas empresariales más exitosas y muchos de los adelantos con los que la Humanidad ha dado pasos de gigante son el resultado final de la acumulación de muchos fracasos, pero todos fueron liderados e impulsados por personas dotadas con la entrañable capacidad de la perseverancia.
Lo que diferencia a una persona de éxito en todos los aspectos de la vida de la que no lo es, es su capacidad para transformar lo que otros considerarían un fracaso estrepitoso en un paso más hacia el éxito.
George Bernard Shaw, escritor irlandés y Premio Nobel de Literatura en 1925, no tuvo un comienzo fácil en su sueño por convertirse en escritor. En 1870 se trasladó a Londres para comenzar su carrera literaria. Sus primeras cinco novelas fueron rechazadas por los editores londinenses y comenzó a trabajar como crítico teatral y de música para diferentes periódicos. De forma paralela publicaba novelas por entregas que pasaban sin pena ni gloria. Sus ingresos eran muy escasos y vivió en una relativa penuria. Sin embargo, sus deseos por dedicarse a lo que más le apasionaba no decayeron. En 1938 recibió un Óscar en la categoría de mejor guión por Pigmalión, su obra en la que se basó la película “My fair lady”.
Las personas que no encuentran las circunstancias que desean las tratan de crear ellas mismas. Esta creación de las circunstancias supone trabajo y esfuerzo porque las cosas valiosas se consiguen poniendo en marcha nuestra voluntad con empeño.
Hazte a la idea de que el fracaso y el éxito son parte de la vida. Descubre tu talento y enfócate en tu don. Cuando comienzas a trabajar centrado en tu don las puertas se abren, los fracasos siempre son exitosos y tu fuerza arrolladora te lleva a lugares de posibilidades múltiples.
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