Las redes sociales son algo más que
ágoras para el reencuentro de amigos del pasado, para la re activación de
relaciones familiares que estaban dormidas o para la publicación de lo que nos
gusta o nos disgusta de la vida.
Las redes sociales actúan como tablones de anuncios
que utilizan muchos personajes famosos de diversos campos y mundos para contar
a la multitud sus cambios personales.
¿Por qué nos atraen tanto las vidas
personales ajenas? ¿Qué espacios no rellenamos de nuestra existencia para que
nos interese sobremanera la trayectoria sentimental de los demás? ¿Nuestra sociedad de consumo
también conlleva la ingesta de otras vidas que no son la nuestra?
Vamos a detenernos en la importancia
que la opinión de los demás tiene en nuestras vidas, porque esto condiciona
nuestras decisiones y limita nuestras actuaciones.
Desde pequeños observamos cómo lo
que hacemos y decimos está sometido al juicio de los adultos de referencia más
directos: nuestros padres y
más tarde nuestros profesores. Estos juicios externos aprueban o
desaprueban nuestras actitudes y comportamientos y vamos modelando nuestra
forma acorde a lo que se espera de nosotros, con tal de no sufrir.
En ocasiones nos acostumbramos a
complacer para que nos acepten y nos quieran y sin darnos cuenta vamos
perdiendo una parte muy importante de nosotros por el camino.
De adultos tenemos tan enraizada
esta forma de actuar que ni siquiera nos paramos a pensar en lo que nosotros
realmente deseamos.
Esta bola se puede hacer tan grande
que puede que llegue un momento en el que vivamos completamente de cara al
exterior, sin conexión ni escucha interna.
Su traducción al mundo de las
parejas es que llegamos a perder nuestra identidad en el otro cuando en lo
único en lo que pensamos es que la otra parte nos acepte a toda costa.
¿Dónde quedas tú?
¿En qué lugar olvidaste tus necesidades?
¿Cuántos vacíos detectas en tu
vida?
¿Qué puedes hacer para rellenarlos
de ti?
En este tiempo que vivimos muchas
personas se quejan de sentir un vacío
emocional en su vida. No saben cómo trabajar ese hueco, pero saben que existe y notan sus efectos.
Ese vacío es un cartel que les avisa
de que adolecen de una gran necesidad de afecto. La sociedad actual, tan dada a
escuchar fuera y tan poco acostumbrada a
atender la llamada del interior, nos incita a llenar el vacío con
cualquier otra cosa.
¿Has sentido ese agujero negro y has
tratado de compensarlo de cualquier manera? ¿Cuál ha sido el resultado? Cuando
llenamos el vacío con caprichos momentáneos o adicciones de las más múltiples
formas podemos obtener un alivio momentáneo, pero enseguida volvemos a estar
sedientos de afecto y calor.
Cuando no hacemos caso a la
auténtica causa de nuestro vacío emocional, cualquier cosa nos sirve como red
con tal de no caernos. Lo que no sabemos es que esa red tiene un defecto y nada
más llegar a ella sus hebras se abren dando paso al abismo.
La verdadera red de tu vida eres tú
mismo. Nada ni nadie te puede dar lo que no te das a ti mismo. En ocasiones nos
preocupamos en exceso por la opinión que los demás tienen acerca de nosotros y
de nuestra vida cuando lo que nos debe inquietar es el coste que estamos
pagando por ello.
Y es que en determinadas
ocasiones de nuestra vida nos sentimos perdidos, vamos sin rumbo y la ansiedad
anida en nuestro interior. Creemos saber quiénes somos, pero lo cierto es no
estamos seguros. Nos pasamos la mayor parte del día invadidos por la sombra de
la sensación de angustia, esperando a que vengan tiempos mejores. A menudo, no
sabemos cómo comportarnos ni cómo abordar determinadas situaciones como es el
caso de las rupturas sentimentales.
La vida es como un trapecio que se
mueve de forma caprichosa poniendo a prueba nuestro equilibrio. Si no queremos
caer por el agujero y quedarnos para siempre en el suelo de nuestras
posibilidades, debemos encontrar nuestro centro de gravedad.
Las circunstancias pueden tambalear los cimientos que creíamos firmemente asentados y provocarnos una sensación de inestabilidad que hace que nos desequilibremos y que se resienta todo lo que nos rodea, provocándonos estrés y desesperación.
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