La elegancia es más una filosofía de vida, de
comportamientos, de modos y aptitudes, que de puro y simple protocolo social.
La elegancia se sustenta en un triángulo del que forman parte la Educación, la
Delicadeza y la Cultura. En cierto modo esos valores son equiparables a un
buen libro y a una buen perfume; el libro aromatiza el alma, el perfume al
cuerpo, y ambos a la persona.
La elegancia
según el escritor francés, Honoré de Balzac es “la ciencia de no hacer nada
igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”.
Se ha frivolizado mucho la palabra “elegante”, olvidando que viene del latín
“elegere”, elegir, que es una cualidad humana, y se supone que siempre
“elegimos lo mejor”
Todo ello nos
lleva a manifestar que la elegancia es el modo de ser y de estar,
íntegro, positivo y armonioso, de determinadas personas, que se manifiesta
externa e interiormente en su modo de vivir, estar, vestir, moverse, y
relacionarse en la sociedad, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los
demás, naturalidad y buen gusto. Lo elegante va
unido a lo bello; lo cutre, a lo feo.
La segunda nota de la elegancia: la naturalidad. No hay
elegancia verdadera si no es con la naturalidad que proviene a partes iguales
de la espontaneidad y de la autenticidad; es decir,
mostrarse uno tal cual es, de modo que lo que ven de nosotros responda a
nuestro ser verdadero. La moderación y la mesura también forman parte de la
naturalidad. Como todo en esta vida, los excesos no son elegantes, porque hacen
que las cosas y los gestos no sean sinceros. La verdadera
elegancia es siempre, por tanto, portadora de naturalidad. Actuar
espontáneamente, con gusto y estilo personales muestra una elegancia que viene
desde el fondo de la persona.
La tercera nota de la elegancia: la distinción. Distinguido es
lo que sobresale de la persona, lo que eleva a la persona y lo que la hace
señorial. Como vemos es todo lo opuesto a lo vulgar, a lo zafio, al desaliño y
a la suciedad. Algunas personas tienen porte, andares, formas bien
proporcionadas, hermosas. Estas personas, si tienen buen gusto y un toque de
distinción, pueden llegar hasta un esplendor natural que a las demás les suele
resultar inalcanzable. “El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se
disfraza, el elegante se viste”, decía Honoré de Balzac
Y la cuarta nota de la elegancia: La belleza. Es esencial recordar que la belleza significa en primer lugar armonía y proporción de las partes dentro del todo, sean las partes del cuerpo, de los vestidos, del lenguaje o de la conducta. Pero además, como dice Aristóteles, "a las obras bien hechas no se les puede quitar ni añadir, porque tanto el exceso como el defecto destruyen la perfección"; Esto quiere decir que un sólo defecto estropea el conjunto, pues para que la belleza se haga presente en el aspecto exterior de la persona todo en él debe ser íntegro, acabado y bien proporcionado.
Y la cuarta nota de la elegancia: La belleza. Es esencial recordar que la belleza significa en primer lugar armonía y proporción de las partes dentro del todo, sean las partes del cuerpo, de los vestidos, del lenguaje o de la conducta. Pero además, como dice Aristóteles, "a las obras bien hechas no se les puede quitar ni añadir, porque tanto el exceso como el defecto destruyen la perfección"; Esto quiere decir que un sólo defecto estropea el conjunto, pues para que la belleza se haga presente en el aspecto exterior de la persona todo en él debe ser íntegro, acabado y bien proporcionado.
Y ahora yo os pregunto, os sentís
elegantes? Yo ya me he dado mi propia respuesta.
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