La mujer sabia mantiene ordenado su ambiente psíquico y lo hace conservando la cabeza clara, conservando un espacio libre para su trabajo y esforzándose por llevar a cabo sus ideas y proyectos.
Hay que ordenar la vida salvaje con regularidad. No es bueno acudir a ella un día o unos cuantos días al año.
Eloisa se pone manos a la obra, debe barrer su cabaña, significa valorar la vida. A veces la mujeres se hacen lio con el trabajo espiritual y descuidan su arquitectura hasta el punto de que la maleza la invade. Poco a poco las estructuras de la psique se van llenando de malas hierbas, hasta convertirse prácticamente en una ruina arqueológica oculta en el inconsciente de la psique. Un cíclico y decisivo barrido impedirá que eso ocurra. Cuando las mujeres limpian el espacio, la naturaleza salvaje se desarrolla mejor.
Si Eloisa tiene frio y quiere guisar una receta a su mundo interior. Tiene que encender el fuego, una mujer tiene que estas dispuesta a arder al rojo vivo, a arder con pasión, arder con palabras, con ideas, con deseo de cualquier cosa que ella aprecie sinceramente. Esta pasión, es la que de hecho, permite guisar y lo que guisa son las sólidas ideas originales de una mujer. Para guisar bien hay que procurar que debajo de la propia vida creativa haya un buen fuego.
A casi todas no iría mejor las cosas si nos acostumbráramos a vigilar el fuego que arde debajo de nuestro trabajo, si vigilásemos con mas detenimiento el proceso de cocción destinado a alimentar nuestro YO. Demasiado a menudo nos apartamos de la olla, de la cocina. Nos olvidamos de vigilar, de añadir combustible y de remover. Pensamos que erróneamente el fuego y la cocción son como una de esas resistentes plantas de interior que pueden pasarse sin agua antes de perecer. Pero no es asi, El fuego necesita vigilancia, pues la llama se apaga fácilmente. Hay que dar de comer a nuestro mundo interior, pues el hecho de que pase hambre se paga muy caro.
La elaboración de nuevos platos, de nuevos rumbos, de compromisos con el propio arte y el propio trabajo es la que constantemente alimenta el alma salvaje.
Sin fuego nuestras grandes, nuestros pensamientos no se podrían guisar y todo el mundo quedaría insatisfecho
Eloisa empieza a aprender a separar esto de aquello, esta oliendo las flores del jardín y de ahí que debe ya empezar a separar ramas de otras. Un jardín psíquico o un jardín con barro, tierra, plantas y todo lo que le rodea la ayuda y la ataca. El jardín es una conexión concreta con la vida y la muerte. Incluso se podría decir que hay una religión dentro del jardín, pues este nos imparte unas lecciones psicológicas y espirituales. Cualquier cosa que le pueda ocurrir a un jardín le puede ocurrir también al alma y a la psique: demasiada agua, demasiado calor, tormentas, milagros, muerte de las raíces, renacimiento, curación, florecimiento, recompensas, belleza.
Durante la vida del jardín, Eloisa lleva un diario donde anota todas las señales de aparición y desaparición de la vida. En el jardín aprendemos a dejar que los pensamientos, las ideas, deseos e incluso que los amores vivan y mueran. Plantamos, arrancamos, enterramos. Secamos semillas, las cuidamos y cosechamos.
No hay que olvidar que uno tiene la capacidad para infundir energía y fortalecer la vida y también para apartarnos del camino de lo que se muere.
Ahora Eloisa se pregunta, ¿Qué soy yo realmente? ¿Cuál es mi función en la vida?
Os animo a que hagáis una reflexión sobre esto, ¿quien eres?
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