OLVIDA LO QUE TE HIRIÓ EN EL PASADO.
PERO NUNCA OLVIDES LO QUE ESA HERIDA TE ENSEÑÓ.
Serás libre, decía el poeta Khalil Gibran, no cuando tus días no tengan preocupaciones ni tus noches penas o necesidades, sino cuando todo ello aprisione tu vida y sin embargo tú logres sobrevolar, desnudo y sin ataduras.
Lo que se trae a la consciencia puede curarse o desaprenderse. En cambio, lo que se queda en las tinieblas del inconsciente o de la ignorancia nos ata sin remedio, nos limita y nos debilita.
No hay peor cárcel que la que construimos para nosotros mismos con nuestros prejuicios y miedos.
Si sientes que no eres lo libre que te gustaría ser tendrás que empezar a transformar algo en tu vida, a modificar hábitos y reflejos inconscientes que te hacen menos libre, menos fuerte.
La mayor parte de nuestras ataduras son emocionales, no son físicas. Nos vinculamos a emociones destructivas y relaciones que nos dañan. Para ayudarte a liberarte de una persona con la que necesitas tomar distancia, tanto si está viva como si no, puedes poner en práctica lo siguiente:
Asegúrate de que estás en un lugar donde nadie te va a interrumpir. Cierra los ojos y respira varias veces profundamente. Llama mentalmente a la persona que quieres tomar distancia. Imagínate que está sentada frente a ti, a la distancia que te resulte más cómoda. Mírala e imagina que aspecto tiene. Imagina que tienes unas tijeras y cortas o deshaces lo que os une. Hazlo sin prisa, mira como deshaces el nudo. Dile a la otra persona que la perdonas, que le deseas lo mejor y que sois libres el uno del otro, que ya no estáis atados.
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