La Mujer Salvaje es
la salud de todas las mujeres. Sin ella, la psicología femenina carece de
sentido. La mujer salvaje es la mujer prototípica; cualquiera que sea la
cultura, cualquiera que sea la época, cualquiera que sea la política, ella no
cambia. Cambian sus ciclos, cambian sus representaciones simbólicas, pero en
esencia ella no cambia. Es lo que es y ella es un todo.
Se canaliza a través
de las mujeres. Si estas están aplastadas ella las empuja hacia arriba. Si las
mujeres son libres, ella también lo es. Afortunadamente, cuantas veces la hacen
retroceder, ella vuelve a saltar hacia delante. Por mucho que se la prohíba,
reprima, constriña, diluya, torture, hostigue y se la tache de insegura,
peligrosa, loca y otros epítetos, ella vuelve a aflorar en las mujeres, de tal
manera que hasta la mujer más reposada y la más comedida guarda un lugar secreto
para ella. Hasta la mujer más reprimida tiene una vida secreta con pensamientos
y sentimientos lujuriosos y salvajes, es decir, naturales. Hasta la mujer más
cautiva conserva el lugar de su yo salvaje, pues sabe instintivamente que algún
día habrá un resquicio, una abertura, una ocasión, y ella la aprovechará para
huir.
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