Cada mañana emprendemos un
viaje hacia nuestra búsqueda constante de
la armonía emocional que llamamos felicidad.
Hemos escuchado en
muchas ocasiones que la felicidad está en nosotros, que es una decisión que nos
corresponde tomar, pero no podríamos comprender cómo se siente ser felices si
no tropezamos con algunos obstáculos y tristezas que nos inyectan la fuerza
necesaria para seguir adelante en la lucha por alcanzar nuestra plenitud.
La inteligencia
emocional consiste en aprender a balancear nuestras emociones y reconocer que
tenemos la posibilidad de ser felices, para ello existen muchas
recomendaciones que nos guían. ejemplo: la meditación que se ha
comprobado, según un estudio publicado en 2014 en la revista Psychological
Science, que 15
minutos diarios de meditar dan tiempo suficiente a la corteza prefrontal
para tomar mejores decisiones sobre nuestro bienestar.
También es parte de la
sabiduría popular que algunos alimentos esconden el sabor de la felicidad como
el chocolate negro que liberan neurotransmisores como la dopamina y endorfinas
de manera natural, según un estudio neurofarmacológico en la Universidad de
Indiana.
La neurociencia suele aliarse con la
psicología en favor de la felicidad, que define como los intercambios químicos correctos entre neuronas y
neurotransmisores, que le brindan al cerebro impulsos de satisfacción y
alegría.
En el libro The Upward Spiral, el
científico Alex Korb propone la teoría de que cada persona debe crear una
espiral ascendente para seguirlo durante toda su vida al llenarse de los
cambios positivos superando la tristeza.
Asegura además que preocuparse no es
malo pues, a diferencia de las emociones negativas, estimula un deseo por
solucionar su causa y recuperar la tranquilidad.
Preocuparse es de acuerdo con la
ciencia, el primer paso para remediar los problemas al hallar el
autocontrol y el equilibrio.
Korb propone además cuatro acciones que a lo largo de su carrera como neurocirujano ha determinado como simples pero poderosos gestos de la vida cotidiana que pueden transformar instantáneamente el estado de ánimo de quien se arriesgue a incluir en su rutina los siguientes cuatro pasos.
Korb propone además cuatro acciones que a lo largo de su carrera como neurocirujano ha determinado como simples pero poderosos gestos de la vida cotidiana que pueden transformar instantáneamente el estado de ánimo de quien se arriesgue a incluir en su rutina los siguientes cuatro pasos.
1.
Hacer una
lista de cosas por las que nos sentimos agradecidos
Esta lista cambiará la
manera en la que valoramos las cosas buenas de la vida que por lo general damos
por hecho sin notar su verdadero valor, pero al escribirlas nos tomamos el
tiempo de forzarnos a recordar cuáles son esas cosas y cómo nos hacen sentir. Esta
acción es también una forma de descubrir las cosas verdaderamente
importantes para nosotros, más allá del valor material de los objetos y darnos
cuenta de dónde proviene la verdadera riqueza que cada uno posee.
2. Identificar
la emoción
Es muy importante
nombrar las emociones, reconocerlas y dejar de reprimirlas fingiendo que no
existen y todo está bien. El primer paso para superar un momento difícil es
aceptar que nos ha dolido, ser conscientes del porqué y al final darnos cuenta
de que no vale la pena interrumpir nuestro rumbo hacia la felicidad por el
capricho de una emoción negativa.
3.
Tomar decisions
Cuando las decisiones se
acompañan con objetivos claros a corto, mediano y largo plazo se activa un
circuito cerebral en la corteza prefrontal que reduce la ansiedad y el
estrés; además, al mismo tiempo se suprime la incertidumbre, lo que genera
mayor confianza para arriesgarnos a apostar por nosotros mismos y lograr la
autorrealización. Alcanzar una meta siempre es un motivo de felicidad plena al
saber que hicimos la mejor elección.
4. Abrazar
sin pudor
Un abrazo libera
hormonas como la oxitocina, endorfinas y dopamina que mejoran el sistema
inmunológico y automáticamente nos hacen sentir mejor. El abrazo de seres queridos sí
alivia nuestros problemas.
El contacto físico nos recuerda que estamos
vivos y que es una aventura compartir el mundo con las personas que nos aman y que amamos y
eso sin duda es una razón para seguir sonriendo.
Otro de mis verbos favoritos:
ABRAZAR
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