Aunque se cree que hace más de tres mil años que se practica la meditación, los estudios científicos sobre este tema recién comenzaron en la década de los años sesenta del siglo veinte.
En un principio,
los experimentos se basaron en el testimonio de algunos yoguis, quienes en ese
estado mental podían controlar su ritmo cardiaco.
Posteriormente, ya
en los años setenta, comenzaron las investigaciones más rigurosas en ese campo
y se pudieron verificar efectos psicológicos,
fisiológicos y químicos.
Aunque las varias
formas de meditar que existen tienen también efectos singulares, la práctica
más estudiada ha sido la meditación trascendental.
Los psicólogos transpersonales han
estudiado esta práctica con la esperanza de poder unirla al método científico
occidental.
Sin embargo, la
ciencia insiste en aplicar la medición de variables objetivas y deja de lado
los cambios vivenciales que son el objetivo específico de la meditación; aunque
actualmente, la tendencia es realizar mediciones y evaluaciones más refinadas.
Estos estudios
pasan por distintas etapas. Comienza con la evaluación de las reacciones
observadas y el registro del tiempo. Luego, el interés se centra en la
interacción de la meditación con otros factores como la edad, los antecedentes,
la personalidad del sujeto y finalmente cuales son los mecanismos que producen
los efectos.
Para evaluar las
reacciones que se producen con la meditación, se tienen en cuenta las variables
psicológicas, fisiológicas y químicas.
Las pruebas
indican que la meditación
puede producir beneficios
psicoterapéuticos, aunque no muestran que sea más efectiva que otras
estrategias como la relajación, el autocontrol o la auto hipnosis, para el
tratamiento de los trastornos clínicos.
Las mediciones
experimentales indican que la meditación produce una mayor sensibilidad
perceptiva e incrementa la capacidad
de empatía; y muchos estudios coinciden en afirmar que la meditación reduce la ansiedad y aumenta
la confianza y la autoestima.
El estrés, los
miedos y las fobias pueden reducirse con la meditación, así como también el
abuso de alcohol o de drogas, observándose también una disminución en la
presión sanguínea.
Los pacientes
psiquiátricos hospitalizados también encuentran alivio.
Los meditadores
principiantes refieren vivir experiencias emocionales intensas, sienten una
elevada excitación, alternada con una relajación profunda, mayor sensibilidad y
claridad perceptiva y tienen visiones psicológicas interiores.
Pueden percibir
cómo los objetos e incluso el cuerpo cambian su fluidez, la alteración del
sentido del tiempo, estados alterados de conciencia, experimentar una vivencia
trascendente del sí mismo y de la unidad con los otros.
En cuanto a las
investigaciones sobre las variables fisiológicas que se producen en la
meditación, se confirma la alteración del ritmo cardiaco, aunque esto también
es posible lograrlo con técnicas de autocontrol, con la relajación y la
autohipnosis.
Con respecto al
metabolismo, se consignaron notables reducciones, ya que produce un estado
hipometabólico singular.
Referente a la
fisiología cerebral, el registro electroencefalográfico presenta ondas alfa y
es posible que hasta se den ondas theta.
Los meditadores muestran
un aumento de las habilidades que corresponden al hemisferio derecho como por
ejemplo, recordar con mayor nitidez.
Se ha demostrado
que en la meditación se dan tanto respuestas metabólicas como nerviosas y puede
mostrar efectos detectables, incluso practicada por primera vez.
Los individuos que
practican meditación trascendental habitualmente, son menos débiles, más
abiertos a nuevas experiencias, tienen un alto nivel de concentración y de
actividad cerebral alfa, mayor control sobre sus propias vidas y son menos
susceptibles a sufrir perturbaciones psicológicas graves.
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