Un espíritu de hambre voraz que domina en nuestro corazón y con el que siempre velamos por nuestros deseos.
Ella con deseos de sentir, de bailar hasta no sentir las
piernas, de amar hasta que nos duela, de llorar hasta marearnos y reír hasta
quedarnos sin aire, de volar al compás de nuestras reglas, unas que rigen
nuestro mundo y que tratamos de romper para nunca dejar de crear más; pues
con todas ellas reunimos nuestro pasado salvaje con la felicidad de nuestro
presente y la esperanza de nuestro futuro.
Podemos abrirnos de par en par para que el rayo del sol
alcance a tocarnos hasta las comisuras y logramos tendernos sobre cualquier
tierra que nos acaricie con la frescura de su naturaleza.
No importa si se trata de lugares en ruinas y
espacios abandonados, nosotras podemos reintegrarlo todo a partir de
nuestro espíritu salvaje.
Con una delicadeza que jamás había visto antes, el con
mirada de deseo fue colocando poco a poco las medias negras sobre su piel, sobre sus brazos, sobre su pecho para ser atacada
con su espada tras una larga estancia en el castillo encantado.
No planeamos un futuro sin antes prometernos ser
fieles a lo que en realidad nos mueve.
Esa mujer no nació débil y menos sola, fue creada de
piel, huesos, un corazón invencible y un poder invaluable para enfrentarse a un
mundo que a veces no parece estar listo para
ella.
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