Al estar
enamorado encuentro nuevas posibilidades de contacto más allá de lo físico,
donde la razón se pierde.
Hablo de un encuentro espiritual, donde realmente son dos almas las que se
encuentran.
En esta experiencia cumbre nos moviliza irremediablemente una infatigable y
radiante energía guiándonos hasta el ser amado.
Todo nos lleva a ese ser constantemente, el sentido de nuestras acciones es
ir en búsqueda de su contacto y fusión. Los instantes juntos no parecen
tener límites: su
ausencia se vuelve angustiosamente eterna y su presencia un efímero rayo de luz
celestial.
¿Habéis sentido que ya conocíais a esa persona de antes, y que desde un
principio todo fluye hasta el punto de poder comprenderos más allá de las
palabras? En el enamorado se producen una
serie de situaciones que son totalmente inexplicables. Adquirimos unas sensaciones y percepción
-especial- que nos dejan perplejos e intensifican nuestro enamoramiento.
Al sentirme
enamorado puedo entregarme a la magia, desde la inocencia, manifestándose en mí
una especial sintonía, contigo amada. Juntos armonizamos para que de una bella melodía surjan las
vibraciones que nos conectan; con el universo, con nuestro mundo interno.
Pensamos que nuestra
pareja o las personas que nos rodean tienen la obligación de esperarnos, de
aguantarnos o de comprendernos ante todo.
Pero la verdad es que podemos tolerar todo excepto que nuestras
necesidades se encuentren en jaque.
Al final te das cuenta
que lo pequeño siempre es más importante.
Las conversaciones a las tres de la mañana,
las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas,
los poemas de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más
conoce y se vuelven tus favoritos, una pizza de madrugada, un Yogui te de
chocolate… Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas diminutas que
causan emociones gigantescas.
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