martes, 19 de julio de 2016

THE GOSHT CLUB


Melissa McCarthy tiene una razón para ser cazafantasmas mucho más profunda e interesante de lo que imaginamos; sí, es una mujer hilarante, tremendamente cómica y que ha aceptado esta nueva lectura de la fantástica  película de los años 80 “Ghostbusters” (1984, Ivan Reitman) para divertir al público del mundo, pero el que sea una mujer que se dedica profesionalmente a lo paranormal es reflejo, por lo menos, de dos cosas: que el cambio de un protagonismo masculino a uno femenino es síntoma de lo importante que resulta una mirada más diversa hacia lo gracioso y a la vez de heroico, así como un retrato de algo que no se aleja de la realidad en cuanto a la preocupacion humana: las presencias no humanas en el mundo.

En ese punto, podemos rastrear a ese grupo que inspiró el nacimiento de una película pop y una serie animada completamente asombrosa: The Ghost Club. Algo así como un “The League of Extraordinary Gentlemen”, pero real; si recordamos un poco el cómic –que después inspiró una peli–, podemos pensar en un equipo conformado por sujetos clave para el mundo sobrenatural de la literatura que se perfila a salvaguardar los intereses del Imperio Británico a finales del siglo XIX. Algo así fue el mencionado grupo de investigadores en la vida real, pero sustituyendo a Mina Harker, Moriarty, Dr. Jekyll y demás por personalidades suculentas del universo intelectual.

De hecho, en esa asociación increíble que se basó en creencias fieles al espiritismo, que se llevó a cabo desde 1862 en la Inglaterra de las brillantes y jóvenes promesas europeas, participaron individuos de bastante renombre a pesar de su cuestionamiento y puesta en duda.
Bastantes estudiantes que se dedicaban al periodismo y pasaban sus horas de intelectualismo en el Trinity College de la Universidad de Cambridge también gustaban de la discusión paranormal y el fenómeno fantasmagórico, así que inauguraron un club de indagaciones extrañas.

“En dicho contexto victoriano, el club se dedicaba a la psicografía, acto de escribir mediante un experto los mensajes pronunciados por un fantasma durante una sesión espiritista, y la criptomnesia, un acto que reclamaba recuerdos ocultos tanto en la mente humana como en las vidas pasadas”.

En el equipo original se puede ubicar, entonces, en medio de todas esos nombres de relevancia, a Charles Dickens; se cuenta que él en ocasiones era bastante escéptico, pero eso no impedía que pudiera hacer suposiciones que involucraran escenarios de lo raro o lo monstruoso en la vida cotidiana. En efecto, estaba obsesionado con lo paranormal, sólo que era muy cuidadoso al emitir juicios o especular casos en especifico; Dickens era capaz de analizar un suceso por ambas vías para no quedar como un torpe creyente o fanático.

A manera de un “Misterio a la Orden”, la compañía de investigación que lideraban Fred, Shaggy y Scooby-Doo, The Ghost Club inspeccionaba detalladamente escenas terroríficas o fuera de lo común para descartar razones mundanas en primer lugar y después volver la mirada hacia las explicaciones rebuscadas, propias de otras dimensiones o planos espirituales.

En la mencionada era, la presencia e intervención de los médiums fue un boom, al igual que las conexiones psíquicas y las fotografías que capturaban la esencia de un ser sobrenatural; en dicho contexto victoriano, el club se dedicaba a la psicografía, acto de escribir mediante un experto los mensajes pronunciados por un fantasma durante una sesión espiritista, y la criptomnesia, un acto que reclamaba recuerdos ocultos tanto en la mente humana como en las vidas pasadas.

Otra de sus funciones más solicitadas era conectar con presencias acechantes, ayudarlas a cruzar el camino de la vida a la muerte y proponer mejores convivencias en el mundo de los vivos.
Aunque sea risorio o parezca una estupidez, lo cierto es que el grupo siempre combatía a charlatanes o a falsos psíquicos durante sus trabajos y ello resultaba efectivo.
Puede creerse o no en sus actividades, pero efectivamente, desencubrían a impostores y lograban tranquilizar a las personas que los contactaban.
Así como a un servicio de fumigación, se podía llamar a The Ghost Club para ponerle fin a problemas de lo fantasmal.

Incluso uno de los que fueron auxiliados por el equipo profesional fue Arthur Conan Doyle, quien después formó parte de éste también. El escocés se sumergió en una depresión muy grande al padecer la muerte de su hijo, hermano, cuñados, sobrinos y demás familiares, encontrando alivio al poder contactarlos gracias a la ayuda de The Ghost Club.

Al morir Dickens y rotar un poco a los directivos de la asociación, las líneas de investigación cambiaron un poco, dejaron de enfocarse en encuentros con el más allá y comenzaron a discutir y comprobar teorías fuera de serie en la Europa creyente. Comenzaron desmitificaciones, desacreditaciones a fotografías que clamaban ser de criaturas fantásticas, análisis de ectoplasma (sustancia esencial de un espíritu, según la gente que se dedica a esto) y otras maneras de investigar lo espectral.

La idea original de un equipo así se perfila más avanzada de lo que creemos; consistió y de hecho se sigue perfilando como un estudio minucioso de lo que extraña al hombre cotidiano, combatirlo por todos los medios posibles y no casarse con una sola idea –sea una esotérica o una totalmente empírica–.
Para asombro de muchos, nuestro querido Dickens perteneció a esas personas que iniciaron esta práctica experta de lo escabroso y sobrehumano. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario